En el Día del Veterinario, la pasión por los animales se celebra de una forma especial en Oasis Mascotero, la veterinaria de Vanesa y Ángel, en Gualeguaychú. Ambos profesionales, además de atender su consultorio, tienen una profunda conexión con la docencia en la Facultad de Bromatología de la ciudad, que ofrece la carrera de Medicina Veterinaria. Más allá del tratamiento de las mascotas, su trabajo abarca una vocación que se forja desde la infancia y se nutre del contacto directo con la vida y, a veces, la inevitable muerte.
Una vocación que nace en la infancia
Para Vanesa y Ángel, la elección de ser veterinarios no fue casual, sino el resultado de un llamado que sintieron desde muy jóvenes. Vanesa, criada en un pueblo del interior de Buenos Aires, a los 10 años ya anhelaba ir a una escuela de campo para estar rodeada de gallinas y patos. Este deseo la llevó, a los 17 años, a internarse en una escuela agropecuaria, consolidando una pasión que la guiaría en su futuro profesional.
Ángel, por su parte, creció en un hogar donde siempre hubo animales: gatos, perros, patos y gallinas. Su interés por ellos lo llevó a estudiar en una escuela agropecuaria, donde reafirmó su vocación. Ambos coinciden en que la conexión con los animales es algo que se lleva dentro, una inclinación natural que se manifiesta desde la niñez.
Desafíos académicos y sorpresas profesionales
El camino hacia el título de veterinario no es sencillo. Ángel, que también es docente, explica que la carrera está dividida en ciencias básicas, como fisiología y anatomía, que son fundamentales para el resto de la formación. Reconoce que asignaturas como física y química pueden ser un desafío, pero son cruciales para calcular dosis o raciones. "Te das cuenta de la escalera que tuviste que hacer para llegar", reflexiona.
Una de las mayores sorpresas, al salir de la facultad, es la amplitud de la profesión. "No solamente atendemos a un perro o a un gato", explica Ángel, destacando la existencia de múltiples ramas, como la dermatología, que a menudo se cruzan con la salud humana. Vanesa subraya la importancia de la educación pública para la salud, mencionando enfermedades zoonóticas como la leptospirosis, que se transmiten de animales a humanos. Este rol de educadores y protectores de la salud pública es una parte fundamental de su labor.
El lado más difícil: la pérdida y el acompañamiento
La parte más dura de su trabajo, coinciden Vanesa y Ángel, es enfrentarse a la muerte. Ángel relata la dificultad de realizar eutanasias y presenciar el dolor de las familias que pierden a un miembro más de la casa. "Ver a la familia llorar sabiendo que es un animal, que es un animal que es de la familia, que es un familiar más... y tener que hacerlo porque no queda otra", confiesa.
Vanesa describe el "golpe muy fuerte" que representa encontrarse con la muerte tan a menudo al salir de la facultad. A veces, la impotencia se suma a la tristeza, ya sea por razones económicas o porque no existen tratamientos para ciertas patologías. "Llegar a esa familia y explicarle que esa patología no tiene solución es muy fuerte", dice, enfatizando la importancia de acompañar y explicar a los dueños que intentaron todo lo posible por sus mascotas.
Alegrías y anécdotas
Pero no todo es tristeza. La vocación también les ha regalado momentos inolvidables. Vanesa recuerda con humor las prácticas en el campo, metiéndose en el barro hasta las rodillas, y las anécdotas de animales traviesos en la clínica. Sin embargo, la mayor satisfacción, según Vanesa, es ver a un animal recuperarse. "Cuando ese tutor te agradece, y te lo cruzas en el súper, y te dice 'vos me salvaste el perrito'...", relata con emoción. Para él, ver a un perro moviendo la cola y caminando hacia el auto después de una cirugía difícil es la recompensa más grande.
Con la facultad de Veterinaria en Gualeguaychú, el consejo para los jóvenes que se inician en la carrera es de constancia y perseverancia. "No es imposible, pero tenés que sentarte y estudiar", afirma Ángel. Vanesa añade que "todo se puede, es cuestión de constancia y saber qué es lo que querés seguir".
En este Día del Veterinario, Vanesa y Ángel reflexionan sobre su profesión, agradeciendo el papel de los veterinarios y los ingenieros agrónomos. Su mensaje es claro: "que todos traten de disfrutarlo lo mejor posible y de seguir siendo buenas personas para ayudar a todos". La vocación, la ciencia y la empatía son los pilares de estos profesionales que, desde Oasis Mascotero, demuestran que el amor por los animales es un motor que transforma vidas, tanto de las mascotas como de sus familias.