En este momento Jorge Riehme es viceintendente de Urdinarrain, Entre Ríos, así que anda bastante ocupado con muchas cosas. Pero desde mucho antes de ser funcionario se dedica a la actividad turística, a la que decidió sumar producción agropecuaria de dos cultivos muy típicos de la zona: nuez pecán y uva, que desde que se permitió volver a hacer vino en todo el país ha vuelto a tomar protagonismo, como en las épocas donde llegaron los primeros inmigrantes.
“Comencé hace dos años plantando viñedos, una hectárea con 3.500 plantas de​ cepas ​​tintas (Merlot) y blancas (Chardonnay), y apunto a plantar una hectárea más el próximo año. Este año realizamos una vendimia para sacarnos las ganas de hacer vino y seguir aprendiendo, mientras le damos todos los cuidados necesarios al viñedo, que al ser chico nos permite estar encima y dedicarle mucho cuidado”, dice Riehme que pertenece a la AVER (Asociación de Viticultores de Entre Ríos), donde se reúnen productores que hace ya unos años vienen desarrollando con éxito la viticultura en la provincia.
La idea de Riehme era, es, al terminar su mandato, dedicarse a este emprendimiento apuntado al turismo rural. Claro que en el medio apareció el coronavirus, que ha cambiado algunos tiempos y prioridades. Sin embargo, la cosa sigue porque hace rato que tenía esta idea de unir producción y turismo. En su chacra además, tiene plantados olivos y uvas de mesa, y este año se agregará algo de producción ovina.
“Soy un emprendedor empedernido y este emprendimiento apunta a unir al campo con lo turístico. La idea es mostrar cómo se produce, hacer degustaciones, ventas de producto y vincularse con otros productores de la zona. Por ejemplo, al lado de mi chacra hay un productor de quesos y dulce de leche, así que la idea es armar un circuito que beneficie a varios productores locales”.
Con respecto a la nuez pecán, tiene 2 hectáreas con 250 plantas de dos variedades, Pawnee y Shosoni, que son precoces, con la idea de llegar a 12 hectáreas y darle valor agregado para vender: peladas, secadas y preparadas, por ejemplo, al chocolate o saladas como snack. Lo interesantes de esta nuez es que hay todo un nicho de mercado para avanzar ya que hoy, en promedio, se consumen 10 gramos por habitante por año, mientras que en otros países son 250 gramos per cápita.
Según Riehme, esto tiene que ver con que es una producción relativamente nueva y desconocida en Argentina, con sólo 6.000 hectáreas plantadas de las cuales el 70% aún no está en producción (tarda 4 años en comenzar a producir y a los 8 se estabiliza). Entre Ríos es la provincia con mayor superficie del país y donde está el cluster de la nuez pecán.
“Creo que todo lo vinculado al vino tiene un gran potencial y hay interés en la provincia de desarrollar este producto. Las cepas que más se adaptan son Tannat y Marselan, ambas tintas. La Marselan es cultivada en la zona de Burdeos, Francia, donde hay el mismo régimen de lluvia que acá, alrededor de 1.200 mm al año”, explica.
“La uva tiene un tema con las enfermedades vinculadas a la humedad pero estas cepas se desenvuelven muy bien y podría ser que Marselan se convierta en la uva insigne de la provincia. Hay muy poco plantado hoy, pero tiene condiciones para desarrollarse”, añade.
Los asesora un ingeniero agrónomo uruguayo (Andrés Passadore) que hace años trabaja en el desarrollo de la vitivinicultura en el Uruguay y en Entre Ríos. En las ciudades de San José y Victoria se lanzó la Tecnicatura en Enología y Fruticultura, que permitirá tener técnicos locales preparados para asesorar a los productores. Su hijo, Maximiliano, actualmente cursa esta tecnicatura y es parte activa del proyecto.
En su establecimiento, Riehme realiza un planteo en transición hacia lo agroecológico: no utiliza herbicidas y combate las malezas con laboreo. “Creo en la agroecología y creo en hacer primero nosotros lo que le exigimos a otros”, resume.
Así que para los pecanes hacen ‘mulching’ de pasto alrededor de la planta, que sirve para abonar el suelo, conservar la humedad y evitar que crezcan las malezas. En viñedo aplican productos orgánicos y actualmente está ensayando en algunas filas con bioinsumos agropecuarios, como las trichodermas entre otros, para combatir el hongo de las plantas. Trabaja por competencia y le quita espacio al hongo que es nocivo para la planta.
“El turismo tal como lo conocemos va a cambiar y a la vez es una gran oportunidad para los destinos rurales, porque están asociados a la salud, el aire libre, y nuestra zona cuenta además como fortaleza, la cercanía a grandes centros urbanos, emisores de turistas dispuestos a vivir experiencias vinculadas a la naturaleza”, reflexiona. “Yo creo que se van a conjugar cuestiones económicas, sociales, sanitarias porque la necesidad de la gente de salir va a seguir estando y creo que el turismo interno será muy importante en la recuperación económica”.