La inseguridad volvió a golpear a una familia en Gualeguaychú cuando una joven de 21 años fue víctima de un violento robo a punta de cuchilla en horas de la tarde de ayer, cerca de las 17:30. El hecho, que dejó a la muchacha con un golpe en la cabeza y el trauma de un encuentro cercano con la delincuencia, ocurrió en una zona que, según los vecinos, suele ser tranquila.
El Relato de Daniel: Una Tarde Que Cambió Todo
Daniel, vecino de Gualeguaychú y suegro de la víctima, relató con impotencia lo sucedido. Su nuera, una joven de 21 años, regresaba a su kiosco, a media cuadra de donde habían dejado a su bebé de un año y tres meses. Había bajado del auto para ir al kiosco llevando su teléfono celular en la cartera, sin imaginar el peligro que la acechaba.
"Ayer por la tarde, alrededor de las 17:30, mi nuera que iba con el bebé chiquito, justo lo habíamos dejado en el auto, bajó al kiosco, a la media cuadra donde estábamos nosotros, y bajó con el teléfono en la cartera, pero nunca pensamos que iba a pasar nada, no andaba nadie en esa cuadra", comenzó Daniel su relato.
Lo inesperado ocurrió cuando, a solo dos cuadras de distancia, recibieron la llamada de la madre de la joven, informando el brutal asalto. "Le habían apuntado con una cuchilla, y que le habían manoteado la cartera", detalló Daniel, explicando que el asaltante, quien se movilizaba en bicicleta, abrió la cartera en el acto, sustrajo el teléfono y el cargador, y luego arrojó la cartera al suelo, dejando a la joven tirada.
Afortunadamente, la salud física de la nuera de Daniel no reviste gravedad. "Ella está bien, tuvo un golpe en la cabeza, del mismo impacto al piso, vamos a decir, y unos raspones nomás", afirmó, aunque el impacto psicológico es innegable. La joven describió al agresor como un hombre de entre 35 y 40 años, a quien no conocía.
Un Robo Inesperado en una “Zona Tranquila”
El atraco tuvo lugar en una cortada entre Tratado del Pilar y antes de llegar a Hernández, "atrás de la terminal, cerca del predio de Juventud", según precisó Daniel. A pesar de que la zona es considerada tranquila por los residentes, el hecho demuestra que la delincuencia puede aparecer en cualquier momento y lugar.
"La zona es tranquila, pero viste que para mí fue al voleo, la vieron sola, no andaba nadie, habrá pensado que llevaba plata en la cartera o algo. Lo único que le sacaron es el teléfono", reflexionó Daniel, lamentando el valor emocional del dispositivo, que era utilizado para la comunicación familiar y para estar al tanto del bienestar del bebé. La cuchilla utilizada por el delincuente fue descrita por la joven como "estilo carnicero", y el ladrón la amenazó tomándola del brazo mientras le mostraba el arma blanca, quizás con la intención de cortar la correa de la cartera.
Denuncia y Desilusión Ante la Reincidencia
La denuncia fue radicada en la Comisaría Primera, pero Daniel no se muestra optimista sobre la recuperación de lo robado o la detención del asaltante. "Sí, pasa a menudo, dice, con el tema de los teléfonos, el arrebato y todo eso, y no te dan mucha esperanza de nada", comentó sobre la respuesta policial. Las cámaras de seguridad de algunos vecinos cercanos a la terminal permitieron ver al delincuente huyendo, pero hasta el momento no hay novedades sobre su identidad.
La frustración de Daniel se extiende a la percepción de una reincidencia delictiva que no se frena. "El tema de ahí arriba, entran y salen", expresó, haciendo alusión a la falta de medidas que mantengan a los delincuentes tras las rejas. "Los delitos están cometidos en el 80% por los mismos que ya han cometido delitos. Es decir, son claramente reincidentes", había manifestado días atrás el jefe de la Policía Departamental.
Consecuencias Más Allá de lo Material
Más allá del valor monetario del teléfono, estimado en unos $200.000, para la familia lo más valioso es la tranquilidad perdida. El asalto ha modificado drásticamente sus rutinas diarias. "Ahora te cambia la rutina porque suponés, ella se iba con el cochecito hasta la casa... Y ella se iba a la noche y ahora directamente si lo traemos ya tenemos que movilizarlo, llevarlo, o llamar un remis o algo", explicó Daniel, reflejando el impacto en la logística familiar y el miedo constante.
El episodio deja una profunda huella en la joven, quien ahora, cada vez que vea a alguien en bicicleta o en moto, sentirá el estremecimiento del recuerdo. "Todas esas cosas que he perdido lamentablemente no las voy a recuperar. Lo peor de todo es perder la tranquilidad", concluyó Daniel, destacando que el mayor dolor es la ruptura de la cotidianidad y la sensación de desprotección que ahora los invade.